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lunes, 14 de agosto de 2017

Mario Bunge: La ciencia

Mario Bunge: la ciencia


Mientras los animales inferiores sólo están en el mundo, el hombre trata de entenderlo; y, sobre la base de su inteligencia imperfecta pero perfectible del mundo, el hombre intenta enseñorearse de él para hacerlo más confortable. En este proceso, construye un mundo artificial: ese creciente cuerpo de ideas llamado «ciencia», que puede caracterizarse como conocimiento racional, sistemático, exacto, verificable y por consiguiente falible. Por medio de la investigación científica el hombre ha alcanzado una reconstrucción conceptual del mundo que es cada vez más amplia, profunda y exacta.
Un mundo le es dado al hombre; su gloria no es soportar o despreciar este mundo, sino enriquecerlo construyendo otros universos. Amansa y remoldea la naturaleza sometiéndola a sus propias necesidades; construye la sociedad y es a su vez construido por ella; trata luego de remoldear este ambiente artificial para adaptarlo a sus propias necesidades animales y espirituales, así como a sus sueños: crea así el mundo de los artefactos y el mundo de la cultura. La ciencia como actividad -como investigación- pertenece a la vida social; en cuanto se la aplica al mejoramiento de nuestro medio natural y artificial, a la invención y manufactura de bienes materiales y culturales, la ciencia se convierte en tecnología. Sin embargo, la ciencia se nos aparece como la más deslumbrante y asombrosa de las estrellas de la cultura cuando la consideramos como un bien por sí mismo, esto es, como un sistema de ideas establecidas provisionalmente (conocimiento científico), y como una actividad productora de nuestras ideas (investigación científica).
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Mario Bunge, La ciencia, su método y su filosofía, Siglo Veinte, Buenos Aires 1972, p. 7-8.


jueves, 8 de junio de 2017

Empirismo y Racionalismo: Epicuro y Descartes

Renato Descartes (1596-1650): La razón como forma de acceder al conocimiento
“Yo pienso, entonces...”
Yo soy, yo existo; eso es cierto, pero ¿cuánto tiempo? Todo el tiempo que estoy pensando: pues quizá ocurriese que, si yo cesara de pensar, cesaría al mismo tiempo de existir. No admito ahora nada que no sea necesariamente verdadero: así, pues, hablando con precisión, no soy más que una cosa que piensa, es decir, un espíritu, un entendimiento o una razón, términos cuyo significado me era antes desconocido. Soy, entonces, una cosa verdadera, y verdaderamente existente. Mas ¿qué cosa? Ya lo he dicho: una cosa que piensa. [...] ¿Qué soy, entonces? Una cosa que piensa. Y ¿qué es una cosa que piensa? Es una cosa que duda, que entiende, que afirma, que niega, que quiere, que no quiere, que imagina también, y que siente. Sin duda no es poco, si todo eso pertenece a mi naturaleza. ¿Y por qué no habría de pertenecerle? ¿Acaso no soy yo el mismo que duda casi de todo, que entiende, sin embargo, ciertas cosas, que afirma ser ésas solas las verdaderas, que niega todas las demás, que quiere conocer otras, que no quiere ser engañado, que imagina muchas cosas -aun contra su voluntad- y que siente también otras muchas, por mediación de los órganos de su cuerpo?
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Meditaciones metafísicas con objeciones y respuestas, Meditación segunda

Epicuro (341 a.c – 270 a.c): La percepción sensible como forma de acceder al conocimiento
“Mientras vivimos la muerte no existe, y cuando la muerte existe, nosotros ya no somos”
En segundo lugar, acostúmbrate a pensar que la muerte no es nada para nosotros, puesto que el bien y el mal no existen más que en la sensación, y la muerte es la privación de sensación. Un conocimiento exacto de este hecho, que la muerte no es nada para nosotros, permite gozar de esta vida mortal evitándonos añadirle la idea de una duración eterna y quitándonos el deseo de la inmortalidad. Pues en la vida nada hay temible para el que ha comprendido que no hay nada temible en el hecho de no vivir. Es necio quien dice que teme la muerte, no porque es temible una vez llegada, sino porque es temible el esperarla. Porque si una cosa no nos causa ningún daño con su presencia, es necio entristecerse por esperarla. Así pues, el más espantoso de todos los males, la muerte. no es nada para nosotros porque, mientras vivimos, no existe la muerte, y cuando la muerte existe, nosotros ya no somos. Por tanto la muerte no existe ni para los vivos ni para los muertos porque para los unos no existe, y los otros ya no son. La mayoría de los hombres, unas veces teme la muerte como el peor de los males, y otras veces la desea como el término de los males de la vida. [El sabio, por el contrario, ni desea] ni teme la muerte, ya que la vida no le es una carga, y tampoco cree que sea un mal el no existir. En cuanto a los que aconsejan al joven vivir bien y al viejo morir bien, son necios, no sólo porque la vida tiene su encanto, incluso para el viejo, sino porque el cuidado de vivir bien y el cuidado de morir bien son lo mismo.
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Epicuro, Carta a Meneceo, R. Verneaux, Textos de los grandes filósofos. Edad antigua, Barcelona 1982, p.94-95.

lunes, 15 de mayo de 2017

Trabajo Práctico: Filosofía, Teología, Edad Media...

Alexander Koyrée: 
Fragmento: Del mundo cerrado al universo infinito, Madrid, Siglo XXI, 1971.-

            Todo el mundo admite que el siglo XVII sufrió y llevó a cabo una revolución espiritual muy radical de la que la ciencia moderna es a la vez raíz y fruto. Tal revolución se puede describir  de muy diversas maneras. Así, por ejemplo, algunos historiadores han situado su aspecto más característico en la secularización de la conciencia, en su alejamiento de los objetivos trascendentales y su acercamiento a otros inmanentes; es decir, en la sustitución del interés por el otro mundo y la otra vida a favor de la preocupacion por esta vida y este mundo. Mientras que el hombre medieval y antíguo tendía a la pura contemplación de la naturaleza y del ser, el moderno aspira a la dominación y señorío.(...)
            Es posible describir aproximadamente esta revolución científica y filosófica  diciendo que conlleva la destrucción del Cosmos; es decir, la desaparición, en el campo de los conceptos filosófica y científicamente válidos, de la concepción del mundo como un todo finito, cerrado y jerárquicamente ordenado.  Además, ese Cosmos se ve sustituído por un universo indefinido y aun infinito que se mantiene unido por la identidad de sus leyes y componentes fundamentales y en el cual todos esos componentes están situados en un mismo nivel del ser


1.    ¿Qué impacto tiene este cambio en la vida de un hombre de aquella época? ¿Qué puede haber significado para él el debilitamiento del poder de la Iglesia, y la creciente autoridad de la ciencia?

2.    ¿Qué significa en el título mundo cerrado, y qué universo infinito, cuál es cuál?

domingo, 2 de abril de 2017

¿Qué es la filosofia?


¿Cómo tomamos decisiones? Entre lo emocional y lo racional

Domingo 05 de mayo de 2013 | Publicado en edición impresa
Ay, ahora..., ¿Qué hago?
No es fácil elegir, y mucho menos hacerlo de manera correcta. Pero a no desesperar: existen numerosas herramientas para identificar posibles obstáculos y desarrollar el imprescindible arte de la toma de decisiones
Por Cristian Batista y Marilen Stengel  | Para LA NACION

Descripción: http://bucket1.glanacion.com/anexos/fotos/43/1703843w300.jpg Foto: Eva Mastrogiulio
Cuántas decisiones se toman al día? ¿Unas pocas, una decena, cientos? A lo largo de cada jornada elegimos muchas veces; algunas elecciones son relevantes y otras son poco significativas, pero todas, en mayor o menor medida, van moldeando la vida que acabamos por tener. Por eso son tan importantes. ¿Pero qué hace que se tome una mejor o peor decisión? ¿Qué aspectos de una persona y de la realidad confluyen para que cada quien opte por el camino que finalmente toma?
DE QUÉ SE TRATA
Decidir es un proceso que comienza con el reconocimiento de un problema o un conflicto y, en el mejor de los casos, termina con una elección que cobra vida cuando la solución puede aplicarse en un contexto determinado. Puede decirse entonces que decidir es un proceso donde están involucrados la persona que selecciona la opción entre varias alternativas de acción, las metas que la persona pretende alcanzar con sus acciones, sus preferencias, los criterios que utilizará para seleccionar, la estrategia que elegirá para alcanzar sus objetivos, los recursos de que dispone, la situación del entorno que la rodea y, por supuesto, el resultado, que conlleva un cierto grado de riesgo o de incertidumbre. Además, la libertad y el tiempo disponibles para evaluar las diversas opciones resultan también factores determinantes en el proceso de decidir.
La perspectiva básica desde la que alguien elige es lo que se denomina su paradigma. Lo cual no es otra cosa que un mapa cognitivo; es decir, la suma de creencias que configuran el universo personal y desde el que cada uno decide en función de su percepción de determinada situación. Lo que importa destacar aquí es que cada uno de nosotros percibe la realidad desde su propia mirada: ésta no es otra cosa que una construcción personal. Como si esto fuera poco, lo que percibimos determina lo que hacemos. Pero eso no es todo. Por lo general, las respuestas a los problemas se basan en las experiencias pasadas, que con el tiempo fueron forjando patrones dominantes de pensamientos llamados estereotipos. Y una de las razones por las que estos estereotipos tienen tanta vigencia es porque están cargados de emociones. Como escribe Estanislao Bachrach en su libro Ágilmente: "No somos seres racionales con sentimientos. Somos seres emocionales que aprendimos a pensar". Pero si lo que aparece es una situación nueva, los patrones de pensamiento no sirven. Y, por lo tanto, es necesario buscar una nueva respuesta a eso que nos desafía. Entonces, ¿cómo decidir de la mejor manera posible en un contexto nuevo?
¡ATENCIÓN!
Cada elección implica enfrentarse a una serie de factores que condicionarán la opción a tomar. Conocerlos puede ayudar a decidir escogiendo la mejor alternativa.
·  Falta de tiempo: uno de los principales problemas que surgen a la hora de decidir es la relación entre el nivel de complejidad de la decisión y el tiempo disponible para tomarla. Lo ideal es no apurar una decisión importante.
·  Trabajar con el problema equivocado : Daniel Kahneman fue el primer psicólogo que recibió el Premio Nobel de Economía (2002) por desarrollar distintos tipos de investigaciones en las que demuestra que tomamos decisiones más allá de la racionalidad lógica y consciente. Sus estudios señalan que la manera en que se comunica una situación construye el marco o punto de vista del problema y éste determina todo el proceso de toma de decisiones.
·  Fallar en la identificación de lo que se desea : si nos equivocamos en identificar nuestros objetivos, erraremos el camino.
·  No explorar todas las alternativas posibles : aparece sobre todo cuando hay que tomar una decisión para resolver un problema nunca experimentado.
·  No ver consecuencias que son cruciales : esto sucede cuando no advertimos la influencia determinante que tienen las variables intervinientes y su impacto en el futuro próximo.
·  Perder de vista el objetivo principal : cuando existen objetivos contradictorios necesitamos lograr el equilibrio entre ellos sin caer en la ilusión de la complementariedad de los opuestos.
·  Dilación indebida: muchas veces no se toma una decisión por las emociones negativas que trae aparejadas. En general, ese tipo de demoras sólo agranda los problemas.
·  No prestar atención a la incertidumbre : la incertidumbre es parte de la vida. Sin embargo, podemos reducir el grado de desconocimiento de la situación que enfrentamos utilizando herramientas que permiten evaluar y comparar las alternativas que nos acercan al resultado deseado.
·  No medir nuestra tolerancia al riesgo : expone a situaciones poco conocidas donde se tiende a decidir de modo irracional, presentando aversión al riesgo o bien propensión al mismo.
·  Fallar en el timing cuando las decisiones están concatenadas : Ocurre cuando no tenemos en cuenta los pasos sucesivos que se dan en un proceso determinado.
·  Guiarse sólo por impulsos : la percepción de una situación actual está determinada por las emociones que se generaron en experiencias pasadas a las que se asocia esta nueva. Por lo tanto, se termina respondiendo como en el pasado.
·  Parálisis por análisis, miedo o desorientación : No decidir es también una decisión, la peor de todas.
·  Profecías autocumplidas : se orienta la conducta hacia acciones que provocan la realidad temida o anhelada. Lo cierto es que, ante una elección relevante, la persona necesita salir de su zona de confort para analizar, con la mayor amplitud posible, lo que está en juego. Y si bien muchos de los aspectos de la elección están fuera de su control, conocimiento o comprensión, existen ciertas trampas a las que hay que prestar atención para no caer en ellas al decidir.
TOMAR CORAJE
Para ahorrar energía, el cerebro funciona según a la información que tiene registrada. Se guía por las impresiones, tendencias, estimaciones, recuerdos, datos e ideas iniciales. La humana tendencia a responder con estereotipos nos hace buscar certezas, asociando fenómenos que no tienen ninguna relación entre sí. También es frecuente elegir la alternativa que perpetúa la situación actual, ya que nos sentimos seguros cuando podemos controlar lo que vivimos. Por eso resulta muy común que sólo se busque información que apoya las intuiciones, opiniones o perspectivas actuales, y se dejen de lado aquellas evidencias que las contrarían. Cuando alguien confía demasiado en sí mismo, la gama de alternativas se reduce mucho y así queda muy acotada la decisión por tomar. También puede ocurrir lo contrario: ser excesivamente prudente y hacer estimaciones muy conservadoras, lo que puede llevar a decisiones equivocadas. Al considerar los peores escenarios, se toman demasiados recaudos, se presupuestan grandes costos para evitar los aspectos negativos y son pocos los beneficios que se obtienen.
Es sabido que los sucesos dramáticos o trágicos dejan sus marcas en el aparato psíquico que afectan las elecciones futuras. Tendemos a elegir de manera de justificar nuestras elecciones pasadas. Muchas veces, más de lo que se reconoce públicamente, al decidir creemos que seremos favorecidos por entidades sobrenaturales porque somos especiales. Decidir es difícil porque significa aceptar que no se puede todo, que una alternativa descarta la otra. Significa, básicamente, que al tomar un camino, necesariamente se deja otro sin transitar. Y esto cuesta. Además, ante una situación nueva, nuestra zona de confort se ve amenazada y tendemos a responder con los patrones dominantes de pensamientos. Entre otras cosas aparecen prejuicios, creencias, dogmas y principios que gobiernan el comportamiento. Frente a lo nuevo hay que contar con el coraje de tolerar la ambigüedad, la inconsistencia y la incertidumbre.
Pensar de modo creativo requiere la aptitud de asociar entre dos o más ideas diferentes, ir más allá de lo conocido y creado. Tener la audacia de pensar cuántos puntos de vista diferentes hay para dar respuesta a ese nuevo problema que plantea un desafío. Leonardo da Vinci decía que algo no podía ser comprendido hasta que no fuera observado por lo menos desde cuatro perspectivas diferentes. Para ello es necesario desestructurar los modelos mentales (¡algo ciertamente difícil!). Toda decisión creativa es producto de haber tomado riesgos, ya que la comodidad es enemiga de la grandeza..

Más datos: Stengel-Batista, Desarrollo Humano, www.stengelbatistadh.com.ar

jueves, 9 de marzo de 2017

Energía nuclear, globalización y ética

EE.UU. pide garantías sobre la exportación de tecnología nuclear
                                                 CLARÍN, 25/08/2006 , por Daniel Santoro


Estados Unidos pidió ayer al Gobierno que "se asegure" que la decisión que tomó esta semana de reiniciar la
producción de uranio enriquecido —suspendida desde los ochenta— no contribuya a transferir esa tecnología a
terceros países, en una alusión implícita a Venezuela. El comentario de la administración de George Bush es una
respuesta a una pregunta de Clarín, pero se conoció 24 horas después de que el Gobierno anunció el relanzamiento del
plan nuclear en una acto realizado en la Casa de Gobierno que encabezó el presidente Néstor Kirchner.
Uno de los puntos del plan, además de terminar la planta nucleoeléctrica de Atucha II, es reactivar el programa de
enriquecimiento de uranio. Esta es una tecnología dual, es decir se puede usar para producir energía eléctrica, como
quiere el Gobierno, pero también para producir una bomba atómica como EE.UU. sospecha que está haciendo Irán. Una
fuente de la embajada enfatizó a Clarín que "Argentina no es Irán".
La Argentina dominó en 1983 la tecnología de enriquecimiento de uranio en la planta secreta de Pilcaniyeu, ubicada a
pocos kilómetros de Bariloche, y es uno de los diez países que conquistaron este desarrollo tecnológico. Ante la pregunta
de este diario, la vocera de la Embajada de EE.UU. Mara Tekach, también destacó que la planta de Pilcaniyeu está
"dentro del contexto de la política de EE.UU. opuesta a la diseminación de tecnología de enriquecimiento".
Consultada por Clarín, la directora de Asuntos Nucleares de la Cancillería, Elsa Kelly, dijo ayer que "EE.UU. puede
quedarse muy tranquilo. La vocación política argentina siempre ha sido la de respetar los principios de no
proliferación".
En el acto del miércoles, el ministro de Planificación, Julio De Vido, se llevó los aplausos más fuertes cuando anunció la
reactivación de Pilcaniyeu y dijo que para que "el proceso bilateral con Brasil en el área nuclear tenga profundidad y
sentido estratégico, resulta indispensable que la Argentina restablezca sus capacidades como la del enriquecimiento de
uranio". Brasil también mantiene un programa de enriquecimiento de uranio.
. De Vido subrayó que "toda exportación nuclear que realice el país requiere como requisito previo que el Estado
receptor haya suscripto los mismos acuerdos a los que aludíamos", y siempre en el marco de una política de uso
pacífico.
Este es el punto que preocuparía a EE.UU. que apoya la exportación de reactores de investigación como hizo INVAP a
Australia, pero no quiere ningún tipo de transferencia de la tecnología de enriquecimiento de uranio.
En el lenguaje diplomático la nota de EE.UU. puede ser interpretada como un mensaje para las intenciones del
presidente de Venezuela Hugo Chávez. El año pasado Chávez pidió comprar a la Argentina un reactor de baja potencia
Carem, en el marco de una estrecha relación política y económica con Kirchner.
La respuesta norteamericana de ayer elogia la decisión de la Argentina, adoptada por el ex presidente Raúl Alfonsín en
1987 junto a su colega brasileño José Sarney, de renunciar voluntariamente a la construcción de una bomba
atómica y todos los compromisos internacionales asumidos luego como la ratificación del Tratado de Tlatelolco —que
crea en América latina una zona libre de armas nucleares— y la firma del Tratado de No Proliferación.



1. ¿Qué opinión te merece que un país extranjero no permita desarrollar una cuestión
científica en nuestro país? Explicar y fundamentar
2. ¿Cómo se relaciona lo que trata el artículo con el texto de José Ingenieros, y la
necesidad de enfrentar a las potencias para mantener la soberanía?
3. ¿Qué relación pensás que existe entre la globalización y los condicionamientos que
realiza EEUU, por ejemplo, con el caso argentino y la producción de energía nuclear?
¿Cómo podríamos evitar estas situaciones de presión?
Nota: Cada respuesta deberá tener una extensión de al menos 20 líneas

Bertrand Russell: lo Bueno


Bertrand Russell: Lo Bueno

Bien y mal, en el sentido en que se entienden aquí estas palabras (que es, me parece, su sentido corriente), son ideas que todo el mundo, o casi todo el mundo, posee. [...]
Para explicar lo que entendemos por bien y mal, podemos decir que un objeto es bueno cuando por sí mismo debe existir, y malo cuando por sí mismo debe no existir. Si está en nuestro poder hacer que algo exista o no exista, debemos tratar de hacerlo existir si es bueno y no existir si es malo. Cuando algo es bueno, lo apropiado es que con su existencia experimentemos placer. Cuando algo es malo, lo apropiado es que con su existencia experimentemos dolor.
Debe subrayarse una consecuencia muy importante de la indefinibilidad de bueno, y es que el conocimiento de las cosas que existen, han existido o existirán no puede arrojar ninguna luz sobre la cuestión de qué cosas son buenas. En la medida en que la lógica lo permita, puede haber alguna proposición general que diga que «todo lo que existe es bueno», o «todo lo que existe es malo», o «lo que existirá será mejor (o peor) que lo que existe». Pero semejantes proposiciones generales no pueden ser probadas considerando el significado de «bueno», y tampoco se puede llegar empíricamente, a partir de la experiencia, a tales proposiciones generales, dado que no conocemos el conjunto de todo lo que existe, ni de lo que ha existido o existirá. Por consiguiente, no podemos llegar a una proposición general semejante, a menos que se tratara de una proposición evidente por sí misma o que derivara de alguna proposición de este género, la cual (para justificar su consecuencia) habría de tener el mismo carácter de generalidad. Pero de hecho no hay, en lo que he podido descubrir hasta aquí, una proposición evidente por sí misma acerca de la bondad o maldad de todo lo que existe, ha existido o existirá. De ahí se sigue que del hecho de que el mundo existente sea de tal o cual naturaleza no puede inferirse nada acerca de qué cosas sean buenas o malas.
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Bertrand Russell: Lo Bueno, en Ensayos filosóficos, Alianza, Madrid 1991, p.14-24.


  1. ¿Por qué no puede definirse “lo bueno”? ¿Es sólo un término sin sentido?
  2. ¿Crees que existen cosas buenas en sí mismas, y otras que no lo son?
  3. ¿Depende de las cosas la bondad o maldad de las mismas, o es relativo a quién las experimenta?